PitaPata Dog tickers

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domingo, 24 de julio de 2011

Cerrado por vacaciones

Publicado por Paula

Para todos aquellos seguidores que estos últimos días hayan accedido al blog con la esperanza de encontrar nuevas noticias sobre May y se hayan encontrado esto desactualizado, pido disculpas, pero...., y no es por dar envidia, he estado de vacaciones.

He estado 9 días en Fuerteventura, y a mi vuelta, me he encontrado a una May diferente, de la que pronto insertaré nuevas entradas. La he visto mucho más grande, y más granuja. No ha progresado con el tema pis y caca y no ha aprendido nada nuevo, desde luego, si no estoy yo, reina la anarquía en esta casa. A ver si ahora que todo vuelve a la normalidad me pongo en serio con su educación. Hay que aprovechar ahora que aún es cachorrilla, que como los niños, son como esponjas, jajaja.

Respecto a mis días en Fuerteventura, tengo que decirlo: May, te he echado mucho de menos. Ahí, perdón, si, si, a vosotros también Mario y Jonás, me he acordado todos los días de todos vosotros. Os adoro.

He de confesar que os he traicionado un poco, animalicos. He convivido bajo el mismo techo con Kike, un perro Schnauzer, y he acariciado a la gata del vecino, una tricolor muy parecida a Lola, y a dos gatos del pueblo, uno blanco y otro negro muy cariñosos.

No es cuestión de ponerme a contar todo lo que he visto y he disfrutado de esta ventosa isla, muy ventosa…pufff (tenía que decirlo), pero si hay algo, que merece la pena contar. Y aunque el blog es de May, su dueña también tiene mucho que decir.

La historia es así.

La tarde del sábado 16 de Julio de 2011, fuimos a hacer una ruta por Vega de río Palma. El objetivo era ver una presa de agua y al final de la ruta, una pequeña ermita.

Durante el trayecto nos encontrados con dos situaciones inesperadas.

-La primera de ellas, era que yo iba a ver una presa, que imaginaba tal cual son…un embalse de agua, y una presa de hormigón que lo contiene. Me hicieron creer que era eso lo que iba a ver, para darme una sorpresa de lo que me iba a encontrar. Pero finalmente, ante la atónita mirada de Emma y Nieves, nos encontramos con agua y una presa de piedra. Yo me quedé tan pichi, pero ellas muy sorprendidas. Habían estado allí con anterioridad otros años y lo que esperaban ver era una explanada lisa de tierra muy rojiza, sin nada de agua, y la presa a la que se llegaría andando por donde actualmente había mucho agua. Al final la sorpresa se la llevaron ellas, vueltas que da la vida.


2008                                                            2011

Una vez en la presa nos detuvimos a hacer unas fotos, cómo no. En ese momento, empezamos a oír en dirección a una montaña rocosa unos fuertes sonidos que no identificábamos, por la lejanía, el eco…Algo que si teníamos claro, es que parecía ser un animal.

- Aquí comienza la segunda parte de la historia. Agudizando la vista vimos con dificultad alguna cabra por las alturas, así que imaginamos que podría ser una de ellas, pero no localizábamos de dónde venia el sonido. Tampoco parecía el balar normal de una cabra…De ser una cabra, parecía que estaba en apuros, o algo anormal pasaba porque no era normal aquellos “gritos” que estremecían el corazón. Continuamos la ruta por el sendero al otro lado del riachuelo, dejando atrás esos extraños llantos aunque un tanto mosqueadas. Llegamos a la ermita, y después retrocedimos, deshaciendo el camino. De nuevo, nos encontrábamos frente a la montaña de la que parecía venir ese sonido que de nuevo, sonaba estremecedoramente. De verdad, era angustioso oír eso, cada vez teníamos mas claro que tenia que tratarse de una cabra, y casi con seguridad, estaba en apuros.

¿Pero dónde estaba la cabra?, por más que mirábamos en esa dirección, no veíamos nada, aunque cada vez teníamos más claro de dónde procedía el sonido. Emma se quedó parada un buen rato mirando fijamente hacia el punto de donde creía oírlo, y finalmente nos dijo: es ahí, estoy segura, entre esas dos rocas, he visto moverse polvo.

Nos quedamos paradas un rato meditando qué decisión tomar y haciéndonos muchas preguntas…¿y ahora qué hacerlos?, ¿Nos acercamos a ver?, puff, ¿y si el animal está en apuros y no podemos hacer nada?, puff, qué horror, ¿qué hacemos?. ¿Lo dejamos ahí, después de verlo?. ¡Qué horror, qué angustia!. Nos decíamos: ¿Y si lo dejamos pasar, nos vamos y ojos que no ven corazón que no siente?, ¿dejamos que la naturaleza siga su curso?, no sabíamos qué hacer.

Por un lado queríamos ir a ver si podíamos hacer algo por ese pobre animal que realmente por los gritos que daba estaba sufriendo, pero por otro lado preferíamos no verlo ante la expectativa de no poder hacer nada, y luego estar todo el día, toda la semana, todas las vacaciones, toda la vida, sufriendo por lo que vimos. Yo sugerí acercarnos a un pueblo y que alguno de la zona viniera a rescatar la cabra, pero Nieves se “reía” de mi, diciendo, que por una cabra, nadie iba a ir hasta ese lugar.

Nos armamos de valor, y decidimos intentar acercarnos hasta allí. Ese era el primer reto, desde donde estábamos, ¿es posible alcanzar el otro lado y subir hasta ahí?. Pues sí, al final no fue tan complicado. Dejamos un poco mas abajo las mochilas, y la cámara de fotos. No creí conveniente hacer una foto en esa situación, más si luego no podíamos hacer nada, y tener una imagen tan triste…

Nieves fue la primera en acercarse a mirar y entre las dos rocas, vio la cabra. Nos dijo entre llantos, no vengáis, mejor no lo miréis. Emma y yo estábamos preocupadas, ¿pero qué pasa?, ¿Está muy mal herida? ¿Tiene algo roto?, ¿ves heridas, sangre?. No, nos dijo Nieves, solo está ahí metida sin moverse casi, con la mirada perdida. Debe estar enferma. La preguntábamos, ¿pero se la puede sacar?, ¿qué hacemos?… Finalmente, no sé ni cómo ni por qué, nos acercamos a verla. ¡Dios!, qué pena, la pobre, qué carita de desesperación, ¿cómo la íbamos a dejar ahí morirse?. Las moscas estaban esperando su muerte. Estaba todo lleno de moscas verdes al olor de la sangre. Me impresionó. La cosa es que la cabra físicamente estaba “entera”, ¿estaría enferma?, por qué estaba ahí metida y gritando tanto?.

Estudiando un poco la situación, todo parecía indicar que las rocas, grandes rocas, hacían como una cuevita en forma de cuña, y la cabra se debió de tumbar sobre la de abajo para descansar o protegerse del sol y caer hacia dentro y con la de arriba, se quedó trabada, era como una cuña, y se ve que la pobre, por más fuerza que hacia con las patas sobre las rocas no conseguía desencajarse. Debía de estar tan agotada que ya ni intentaba desatascarse. Ya no tenía fuerzas. ¿cuánto tiempo llevaría allí metida, sin comer, sin beber?. Ya solo la quedaban fuerzas para gritar.

Me quité las gafas, el reloj, todo lo que pudiera entorpecer la maniobra y me puse de rodillas sobre la roca de abajo e intenté tirar de sus patas traseras. Puff, se puso a gritar como loca. ¡Qué balidos!. De asustar. Me daba pena estar haciéndola daño, ¿tendría una pata rota o sólo gritaba porque estaba asustada?.

Para todo esto, Kike que venía con nosotros, se puso histérico de los nervios a ladrar, lloriquear e intentar escaparse. Emma tuvo que contenerlo porque estaba incontrolable, y prueba de ello fue las marcas y moratones que la dejaron sus zarpas sobre brazos y costado.

Yo seguía intentando tirar de las patas de la cabra a pesar de los gritos que pegaba, y conseguí desencajar su lomo de las rocas. Ahora solo hacia falta sacarla del agujero, que no era lo suficientemente grande para que la cabra pudiera poderse de pie y salir, si no que había que arrastrarla hacia fuera, y hacia el lado por el que la abertura era mas ancha. Aquello parecía un parto. Yo gritaba: Nieves, coge de las patas delanteras, tira, empuja!. Venga, yo tiro de atrás, ahora, tira tu también!. Mas fuerte, venga!!. La cosa es que a ella le daba apuro tirarla por los gritos que daba, porque una de las patas delanteras la tenia como doblada, posiblemente por la falta de espacio, pero también pensábamos que a lo mejor la tenia lastimada o rota, y además, las patas delanteras están cerca de la boca y claro, tenía miedo de que la diera un mordisco. Yo es que no llegaba a cogerla las patas delanteras, solo las traseras y son dificultad, debido a la profundidad en la que estaba incrustada. Finalmente, después de varios intentos, conseguimos sacarla del agujero.

¡Qué alivio!, en ese momento la cabra consiguió con dificultad ponerse sobre sus 4 patas. Tambaleaba, no tenía buen equilibrio y se cayó unos metros más abajo. Se volvió a levantar, con dificultades, tambaleándose volvió de nuevo a caer mas abajo a una poza de agua. Me bajé a ayudarla. Me puse frente a ella, la cogí por los cuernos y la empujé tirando de ellos hasta conseguir sacarla del agua hacia unas rocas más planas. Ya más serena, empezó a mantenerse mejor de pie, se puso a hacer pis, mientras miraba hacia atrás, hacia nosotras, moviendo la cola alegremente. ¡Qué felicidad más inmensa al ver que parecía que se podía mantener en pie y que iba a salir adelante!. Me temblaban las piernas de la tensión y empecé a llorar de la emoción. Poco a poco fue alejándose, alcanzó el camino por el que hicimos la ruta de la ermita y se puso a comer unos brotes verdes. En ese momento decidimos dejarla tranquila, y retomamos el camino de vuelta a casa, yo magullada en las rodillas y brazos por los roces con las rocas y Emma por las zarpas del perro, pero al mismo tiempo con una gran excitación, una alegría y un orgullo que no se si volveré a sentir en la vida.

Ahora que ya pasó y todo acabó con un final feliz, lamento no tener la foto de cómo nos encontramos la cabra, porque era digno de ver, y para que vieran, que no exagero nada de las circunstancias del “rescate”.

Esperemos que la cabra se recupere pronto de las heridas que se debió hacer del roce al caer entre las rocas y de los esfuerzos por salir, y que haya recuperado las fuerzas para poder seguir trepando por la montaña en busca de alimento.

La cabra, que por cierto, era cabrón, se llama Salvatore.

martes, 5 de julio de 2011

La báscula

Publicado por May





Me sacaron de la tienda con mes y medio y 600 gramitos, lo que era un indicador de que de mayor voy a ser muy chiquitina. Cuando sea adulta tendré el doble de peso del que tenía cuando me vendieron, así que no superaré el kilo y medio.

El criador, dijo que era una perrina muy guapa y que se habría quedado conmigo si no fuera porque de mayor iba a ser tan pequeña que no podría ser apta para ser mamá. He de confesar que me siento afortunada de que la genética haya sido tan generosa conmigo, ya que por mi tamaño finalmente mi destino va a ser el mejor posible, animal de compañía.

Respecto a mi futuro como perrita faldera, quiero destacar que encima he tenido la suerte de caer en un buen hogar, por desgracia no todos los perros podemos decir lo mismo.

Llevo poco más de una semana en esta casa, y he engordado ya unos 100 gramos. Perdón, mejor dicho, he subido 100 gramos (que no estoy gorda, jeje). Solo estoy creciendo, y no solo a lo ancho, jeje, Mi dueña Paula dice que a ver si crezco más proporcionada, que deje de crecer las orejas y que me crezca más la trufa, que es para ella la parte mas importante de un perro. Creo que está un poco obsesionada con las narices de los perros, especialmente si están frías y húmedas, tengo entendido que perro que ve, nariz que toca).